La educación para la primera infancia es concebida como un proceso
continuo y permanente de interacciones y relaciones sociales de calidad,
oportunas y pertinentes que posibilitan a los niños y a las niñas potenciar sus
capacidades y desarrollar competencias para la vida.
Se caracteriza por:
* Ser inclusiva,
equitativa y solidaria, ya que tiene en cuenta la diversidad étnica, cultural y
social, las características geográficas y socioeconómicas del país y las
necesidades educativas de los niños y las niñas.
* Considerar que
todos los niños y las niñas, independientemente del contexto socio cultural en
el que crecen, tienen las capacidades para desarrollar sus competencias si se
encuentran en ambientes sanos y seguros que garanticen sus derechos.
El propósito
fundamental de la educación en el nivel inicial es favorecer el
desarrollo integral con la finalidad de formar seres humanos
autónomos, con pensamiento crítico, creativos,
independientes, seguros de sí mismos y con habilidades de
trabajo en equipo. En el nivel inicial es donde los niños y las
niñas adquieren y fomentan los valores que les van a permitir
convertirse en adultos con destrezas de socialización tales como
amor, organización, respeto, responsabilidad, cortesía, paciencia,
solidaridad, cooperación, honestidad, tolerancia, prudencia,
auto-control y cuidado al medioambiente.
¿PARA QUÉ EDUCAR
EN LA PRIMERA INFANCIA?
Con base en los aportes de la literatura
actual sobre el desarrollo infantil de la primera infancia, puede afirmarse que
es un momento crucial en la vida de las personas. Durante los primeros años se
configuran las relaciones emocionales y afectivas, el desarrollo neurológico y
físico, la interacción con el mundo exterior y los otros, la construcción de la
identidad y el desarrollo de la autonomía de las niñas y los niños. También es
posible deducir de estos estudios la importancia que tienen los adultos en la
promoción de estos aprendizajes. Su acompañamiento y ayuda resultan
fundamentales para hacer de la construcción de la subjetividad e identidad de
niñas y niños un proceso soportado en la protección y garantía de sus derechos.
De esta forma, las maestras, los maestros y los agentes educativos son los
encargados de favorecer el potenciamiento de sus capacidades y, al mismo
tiempo, de generar mejores y mayores oportunidades para su desarrollo integral,
en consonancia con las características e intereses propios, de sus familias y
contextos. En este sentido, educar a la primera infancia se constituye en una
posibilidad de propiciar un sinnúmero de experiencias que les permita
comprender y significar el mundo desde la diversidad que lo constituye.
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